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Quizá uno de las etapas que más marcan a los jóvenes estudiantes sea el paso de Primaria a la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), un cambio que a menudo también implica la llegada a un nuevo centro educativo y, por lo tanto, de nuevos compañeros de clase y de instituto, donde también estudian jóvenes de mayor edad con los que convivirán a diario. Pero el elemento “de riesgo” que hay que tener más en cuenta es, sin duda, las nuevas materias totalmente desconocidas hasta el momento para los alumnos.

Desde nuestra experiencia como academia en Andújar, sabemos que cada año a muchos adolescentes les cuesta afrontar estos cambios académicos y también vitales, por lo que necesitan un tiempo para adaptarse a ellos. Además, no hay que olvidar que en este nuevo ciclo estarán sometidos a mayores presiones, entre ellas, las más importantes llegarán a partir del tercer año donde tendrán que comenzar a plantearse más seriamente su futuro académico y profesional y tomar decisiones de peso.

La dificultad, el principal cambio

La llegada de nuevas asignaturas es el “escollo” más importante que tienen que afrontar los preadolescentes que comienzan Primero de ESO. No en vano, este nuevo ciclo entraña un incremento de la dificultad del estudio. Otro cambio a tener en cuenta es la aparición de materias optativas que van a conllevar las primeras decisiones, anticipo de las que tendrán que venir de cada a una próxima carrera. Paralelamente, si el alumno tiene que trasladarse a un nuevo centro de estudio, tendrá que cambiar también de amigos de clase, lo que a menudo no es un aspecto menor, sino que implica cierto tiempo hasta que consiga formar o integrarse en un nuevo grupo de compañeros. Además, el carácter y afinidad de estos, en muchas ocasiones, resulta determinante para conseguir que el alumno posea unos hábitos de estudio adecuados.

En esta ambiente de cambios, la ayuda del entorno familiar resulta vital no solo para afrontar estas novedades y los nuevos contenidos, sino también para brindar apoyo emocional ante problemas de adaptación o de hábitos de estudio. A continuación vamos a ofrecer algunos consejos que pueden ayudar a padres y familiares.

  1. Visitar el nuevo centro educativo: si tu hijo debe dejar su colegio de toda la vida para acudir al instituto, es recomendable que lo visite, si es posible, para conocer el nuevo entorno donde va a pasar muchas horas de su día a día, así la transición no será tan traumática. Lo mejor es que preguntes si esta opción es posible en los días previos al inicio de las clases.
  2. Aceptar su edad: hay que asimilar que, poco a poco, nuestro hijo se ha hecho mayor y por eso hay que plantearle que como tal también tiene que ir adoptando ciertas responsabilidades progresivamente. Lo mejor es concienciarlo de que en esta nueva etapa va a tener que demostrar cierta madurez para tomar algunas decisiones y que ciertos actos y actitudes pueden tener consecuencias.
  3. Nueva oportunidad: si el alumno no ha conseguido buenas notas durante su etapa en el colegio, o no ha sido un estudiante brillante, este cambio puede ser afrontado como una nueva oportunidad para “enderezar” el camino y mejorar sus resultados académicos. Para ello, tener un entorno adecuado es imprescindible. Si en casa no es posible, lo mejor es solicitar los servicios de una academia de apoyo escolar con profesionales que sepan estimular su crecimiento académico y personal.
  4. Ofrecer toda la información: una buena práctica también es ir anticipando la llegada de las nuevas asignaturas, sugiriendo temas de conversación sobre ellas o buscar a otros jóvenes que ya las hayan cursado para que hablen a nuestro hijo sobre ellas. Quizá de esta manera se despierte su curiosidad y pierdan el miedo inicial a ellas.
  5. Anticipar el futuro: hay que tener cuidado en hacerle ver al alumno que esta es una época en la que hay que tomar decisiones de cierto peso, aunque hasta el tercer año no las tendrá que afrontar, ya que se cae en el error de añadirle más presión de la que puede soportar. No obstante, no hay que perder la oportunidad para explicarle que debe ir valorando su propio futuro.